Lunes, 8 de diciembre Llegará, Todo a su Tiempo
Texto bíblico: Isaías 26:7-15
“7 La senda del justo es recta; tú, que eres íntegro, allanas su camino. 8 Sí, en ti esperamos, Señor, y en la senda de tus juicios; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida. 9 Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca. Pues, cuando tus juicios llegan a la tierra, los habitantes del mundo aprenden lo que es justicia. 10 Aunque al malvado se le tenga compasión, no aprende lo que es justicia; en tierra de rectitud actúa con iniquidad y no reconoce la majestad del Señor. 11 Levantada está, Señor, tu mano, pero ellos no la ven. ¡Que vean tu celo por el pueblo y sean avergonzados; que sean consumidos por el fuego destinado a tus enemigos! 12 Señor, tú estableces la paz en favor nuestro, porque tú eres quien realiza todas nuestras obras. 13 Señor y Dios nuestro, otros señores nos han gobernado, pero solo a tu nombre damos honra. 14 Ya están muertos y no revivirán; ya son sombras y no se levantarán. Tú los has castigado y destruido; has hecho que perezca su memoria. 15 Tú, Señor, has engrandecido a la nación; la has engrandecido y te has glorificado; has extendido las fronteras de todo el país.”
Algunos pensamientos
Hay muchos temas increíblemente importantes contenidos en estas palabras de Isaías. Este profeta predicaba a un pueblo perseguido. Sus palabras llamaban al arrepentimiento y a una vida recta. Él describe un camino fácil para los justos. Al leer esto podemos concluir que algo anda mal. Los justos no tienen un camino fácil. Están sometidos a una enorme presión por parte de sus enemigos. Entonces, ¿qué sucede? El problema es que nos apresuramos a analizar una situación desde nuestra perspectiva humana y sacamos conclusiones no solo sobre las circunstancias, sino también sobre Dios mismo. Damos por sentado que vemos el todo. Si tuviéramos todo el conocimiento, estaríamos en lo cierto. Pero como no somos omniscientes, debemos entonces reconocer a Quien tiene todo el conocimiento. Queremos situar el versículo 7 en el tiempo humano; Dios lo sitúa en el tiempo eterno. Me quedo con lo eterno; ¡dura mucho más!
Mientras tanto, el versículo 8 nos da una guía para el "tiempo humano". En pocas palabras, nos guía a que vivamos en obediencia para que Dios sea glorificado. ¿Notaste que en el versículo 9 no hay tiempo para que busquemos a Dios? La última parte de ese versículo nos da una pista sobre el tiempo cuando Dios se encarga de los malvados. También nos habla del carácter de nuestro Señor. Él es bondadoso y paciente con los rebeldes. En la Carta a los Hebreos, leemos que «Dios es fuego consumidor». Aquí, en Isaías, leemos sobre el juicio ardiente de Dios, sobre los malvados. Isaías luego dirige nuestra atención de nueva cuenta al tema de la obediencia y la fidelidad, reconociendo a Dios como el único proveedor y el único a quien debemos adorar. Al final, el tiempo se acaba y llega el juicio para quienes se han rebelado y que han ignorado o desafiado a Dios. Quienes son justificados por la gracia de Dios disfrutan de Su favor eterno. ¡Mira, el profeta Isaías se dirige a nosotros! No te preocupespor los malhechores. El tiempo terrenal se acabará. El juicio viene después. Mientras tanto, sigue el camino de Dios; Esto, entonces, se vuelve más fácil. Dios lo dijo.
Oración
“Oh Señor, este es mi único deseo: recorrer el camino de la vida que me has señalado, así como lo recorrería Jesús, mi Señor: con fe firme, con mansedumbre de espíritu, con humildad de corazón y con dulzura y amor. Y ya que los acontecimientos externos tienen tanto poder para dispersar mis pensamientos y perturbar mi paz interior, donde solo se escucha la voz de Tu espíritu, Señor misericordioso, calma y tranquiliza mi alma para que, mediante el poder subyugante, el único que puede someter todos los pensamientos y deseos del corazón a Ti. Todo lo que tengo es tuyo; haz con todo lo que mejor parezca a tu divina voluntad; pues no sé qué es lo mejor. No permitas que las preocupaciones y los deberes de esta vida me agobien; pero aligera mi carga, para que pueda seguir Tu camino en silencio, lleno de agradecimiento por Tu misericordia y prestándote un servicio aceptable. Amén". Maria Hare (1798-1870)