Miércoles, 10 de diciembre ¿Arrepentirme Yo?

El Texto Bíblico: Mateo3:1-12

3 En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. 2Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca». 3 Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías: «Voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas”» 4 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 5 Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. 6Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán. 7 Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, dijo: «¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran del castigo que se acerca? 8 Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. 9No piensen que podrán decir: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.11 »Yo los bautizo a ustedes con agua como señal de su arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 Tiene el aventador en la mano y limpiará su era recogiendo el trigo en su granero. La paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará».

Algunos pensamientos

Hoy regresamos al mensaje del profeta Juan el Bautista. La profecía es un tema constante y recurrente en el Antiguo Testamento. Notarás a lo largo de las Escrituras que Dios da algunas pistas; señalando a quienes prestan atención para lo que vendrá. En el pasado, Él envió profetas repetidamente para exhortar a los israelitas a que se arrepintieran de sus pecados. Notarás que cada uno de ellos, por su lado, pagó un alto precio por proclamar la verdad de Dios. El evangelio confronta al corazón hoy y entonces. Como en el pasado, el Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo confronta el corazón de la humanidad con un mensaje de perdón y salvación. El mensaje es verdadero, preciso y válido, lo creas o no; es la verdad de Dios. El mensaje del evangelio proclama que no fuiste creado para ser el centro de tu universo. Fuiste creado para un propósito superior: glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre.

Después del profeta Malaquías, no hubo nada… solo silencio de Dios durante cuatrocientos años. Entonces, repentinamente, Juan, el “Elías” profetizado por Malaquías, precursor de Cristo y último profeta del Antiguo Testamento, entró en escena abruptamente, sin miramientos. ¡Es obvio que no tomó un curso sobre refinamiento! Lo que dijo ofendió a algunos profundamente. ¡Imagínate! Su mensaje fue directo. diciéndoles que el reino de Dios estaba por llegar. “Arrepiéntanse de sus pecados.” Su auditorio era nada más y nada menos que el pueblo judío ¿y eso qué? Ante Dios, ser judío no le otorgaba privilegios especiales. Su mensaje para esos judíos del primer siglo por sí solo fue impactante. ¡Aparentemente, el reino de Dios es para todos, sin distinción!

¿Cómo se nos aplica esta verdad hoy? ¿Estás incluido en las palabras duras de Juan? Quizás digas, “Soy cristiano”. La verdad es que a veces pensamos que, por el hecho de ser cristianos, tenemos un pase automático y directo a Dios, que Él es nuestro amigo y que Él pasa por alto nuestros fracasos espirituales. Calificamos a nuestros pecados como insignificantes. ¡Juan les recordó a los fariseos, y nos recuerda que Él tiene poder suficiente hasta para convertir las rocas en hijos suyos!

Cuando dice "hijos de Abraham", se refiere a los hijos fieles de su pacto, recordando a los fariseos y a los saduceos la naturaleza real de Dios. Ellos pensaban que lo conocían y que Lo representaban, pero Juan les habla de fuego: ¡el fuego del juicio, el fuego del Espíritu Santo y el fuego infernal! El arrepentimiento es una necesidad imperiosa, es un asunto que debe repetirse también en nosotros. Tenemos mucho de qué arrepentirnos, cambiando el rumbo que llevaos y venir a Él.

El Adviento es históricamente un tiempo de penitencia. Por eso usamos las vestiduras azules o moradas que usamos en la temporada. Juan el Bautista, una vez más, nos exhorta a que todos volvamos con humildad al Dios que regresará para la cosecha final. No nos familiaricemos demasiado con Dios viviendo distanciados, haciendo nido en nuestro pecado, como si nada pasara en nuestra vida cristiana.

Estamos aún en las manos Dios, en proceso de formación. El arrepentimiento de nuestro pecado es una de Sus herramientas esenciales para moldearnos. Cristo lo incluyó en la oración que enseñó a Sus discípulos. En la primera de sus Noventa y Cinco Tesis Martín Lutero escribió: «Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: ´Arrepiéntanse’ quiso decir que toda la vida de los creyentes fuera una vida de arrepentimiento». Recuerda que sobre el pesebre se cierne una cruz. Esa imagen proclama la importancia del mensaje de Juan para nosotros y para el mundo: una sociedad necesitada el arrepentimiento comenzando con individuos que se arrepienten. Que esto comience conmigo.

Oración

“Bendito Señor Jesús, dame esa pureza de conciencia que solo puedo recibir de Ti, pues solo Tú puedes responder a Tus inspiraciones. Porque mi conciencia está contaminada por mi corazón rebelde. Mis oídos están embotados, por eso no puedo oír Tu voz. Debo confesar, amado Señor, que a veces no quiero oír Tu voz. Mis ojos están opacos, por eso no puedo ver Tus muestras de afecto y bondad. Solo Tú puedes avivar mi oído, levantar el velo ensombrecido sobre mi vista; purifica y renueva mi corazón.” (Adaptación de John Henry Newman, Oraciones antiguas y modernas, 80)

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